lunes, 5 de enero de 2009

La calle Joriva (diciembre 2008)

Paseos por la ciudad (5)
La calle ХОРИВА es un buen ejemplo de mi barrio, Podol, y recorrerla arriba y abajo y por los alrededores, puede ser un buen comienzo de la visita cuando vengáis a verme a Kiev mientras yo estoy currando. Cuando vengáis, ¿os lo he dicho ya?, deberéis traer la prensa. Y cuando digo prensa yo hablo, lo siento MA, del “país” y “el público”. Acepto el “hola”, que hay una rubia aquí que suspira por él y hay que sembrar por si las moscas… Luego también es bienvenida cualquier vianda inequívocamente española y que incremente el colesterol. Yo, a cambio, os dejaré un móvil ucraniano, las llaves, un mapa de la ciudad y una linterna.

Pero volvamos con la calle. Va desde el río, donde se ven unos grandes silos, hasta el mercado. Como el río hace curva va, también, más o menos paralela al río por un lado y a un gran bulevar por otro. Si empezamos desde el río, pasaremos por delante de la embajada española en la acera izquierda, en el numero 46, donde acampan decenas de ingenuos a la espera de un visado. Con la rasca que hace ahora yo se lo daría solo por valientes u obcecados.

En el resto de la calle veremos distintos edificios en diferentes colores aunque predomina el rosa o anaranjado en la acera izquierda y el blanco en la derecha. Casi enfrente de la embajada está el bar cubano donde puedes ponerte ciego a carne al mediodía o bailar salsa (lunes o miércoles) o tango (martes y jueves) en los atardeceres. Ahora van a dedicarse también a la paella.

En mi calle hay otros dos barecitos populares, no muy caros, donde se dispone de menú del día: treinta grivnas, cuatro euros al cambio actual Hay uno casi al lado de mi casa que tiene cola muchas veces. Pero sus horarios de comida no coinciden con los míos.

Pasada la embajada, torciendo por la primera a la izquierda, se puede ir a la Oficina Comercial Española, en el edificio más moderno de nuestro barrio, enfrente de dos iglesias, una de ellas San Elias, donde ya os comenté que he visto bendecir los coches, y al lado del bar jardín donde me hago el interesante. Tardé un poco en descubrir que es serbio, que la carta que no entendía estaba en serbio y que es la terraza de un restaurante que está enfrente y se llama 011. Ahora en estos meses han cerrado la terraza. Aunque no tienen mucha visibilidad y son difíciles de encontrar porque no sabemos leer las inscripciones en ucraniano, hay varios museos. En la calle paralela a Joriva, siempre a la izquierda, está el Museo de los Hetmanes. Hetman es una palabra de origen alemán que debe querer significar hombre principal o jefe. En español me parece que se dice Ataman. Son los caudillos cosacos que, para mi sorpresa, eran elegidos y, en su caso, destituidos democráticamente por toda la colectividad. El retrato de algunos de los jefes está en los billetes de 5 y 10 hryvnias. En éste como en otros museos no encontrareis carteles ni explicaciones en inglés pero siempre habrá una mujer dispuesta que te acompañará y explicará todo con su mejor voluntad, aunque en ucraniano. En el jardín hay estatuas como de hadas o algo así.

Casi en la diagonal del museo hay un pequeño tugurio donde pagan algún céntimo por las botellas nacionales de cerveza vacías. Me parece que es el único sistema de reciclaje de la ciudad y depende de la miseria de los abuelos. Una pensión media no llega a los cien euros. La gente deja los cascos en las aceras para que los recojan los abuelos y se ganen algunos céntimos. En esa misma calle, enfrente, tienes un restaurante mejicano.

Al final de esa calle, al lado de mi casa y la comisaría, está el Museo de Chernobil, lleno de fotos y efectos personales del personal de salvamento fallecido y carteles señalizadores de pueblos desaparecidos, donde te muestran como estalló el cuarto reactor de la central nuclear, con efectos especiales y como lo enterraron, después, en un sarcófago. También en un programa de ordenador puede verse como se extendió la nube toxica, al principio hacia Bielorrusia, llegando a Finlandia y Suecia, hasta alcanzar a Francia a las dos semanas. Como no hay rótulos en inglés es difícil enterarse de todo el contenido del museo. Pero del horror sí te enteras. Viendo las imágenes y los trajes que llevaban quienes participaron en las labores de socorro, se pregunta uno como no fue mayor la desgracia. Y cómo aún nos atrevemos a defender una energía que no sabemos como controlar.

El monumento civil más llamativo de mi barrio es la Residencia de Pedro el Grande a la que se llega siguiendo la calle Joriva, acera izquierda, hacia el mercado. Según Martín Amis, Pedro el Grande e Iván el Terrible eran el modelo que guiaba al zar rojo Stalin, Koba el Temible.


Tras él hay una placita con edificios cucos que rodea una iglesia de cúpulas verdes y bello interior que se abre hacia el mercado. Hay que entrar al mercado. Pasar casi sin mirar, ni oler, por los requesones y carnes y demorarse con frutas, flores, verduras y especias. Intentar que no te engañen mucho por guiri y husmear por la planta de arriba donde venden, como siempre, de todo. Ropas y gorros de invierno, el mío está comprado ahí, material de ferretería. Etc

Al final de la calle, a la izquierda se entra en el monasterio femenino Florovskiy. (iglesia de la intercesión) donde se ven muchas mujeres con pañuelos en la cabeza y otras con un tocado que parece de monjas si es que hay monjas allá. Si no, son su equivalente. Allí los religiosos, que pueden casarse y tener familia excepto si van a seguir la carrera eclesial, viven y cuidan sus jardines.

Al salir del monasterio por la puerta principal, distinta a la que hemos entrado, te encuentras otra pequeña placita con varios mendigos y con la farmacia más antigua de la ciudad, donde está el museo de la ídem. Puedes visitarlo y comprar jabones de distintos olores.

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