lunes, 5 de enero de 2009

el vodka, ese liquido infernal (febrero 2008)


"...estaba a esa altura del vodka
en que la noche empieza a ponerse magnánima, todo le juraba fidelidad y esperanza."
Cortazar en Rayuela
El otro día me invitaron a una merienda-cena. M., una de las ucranianas de la embajada, celebraba su cumpleaños en un restaurante que hay a cien metros de mi casa, adornado con fotos que muestran calles y plazas de Kiev como eran hace años y como se ven ahora y donde hay música melódica en directo. Una cantante acompañada de su marido al teclado.

Cuando llego ya hay unas diez personas sentadas, comiendo. Lo primero que hacen es ponerme un chupito de vodka delante y pedirme un brindis. Un brindis ucraniano no se salda con un “¡salud!” o “¡por nosotros!” o “nasdarobia”, no. Un brindis ucraniano exige un pequeño discurso que ha de parecer improvisado y emotivo. Después del brindis hay que beberse el chupito de un trago como en las películas aunque no hay que tirar el vaso por la espalda. (Para eso es mejor tener vasitos de plástico o cartón y aplastarlos o arrojarlos después de cada trago).

Este rito se repite al menos tantas veces como personas hay en el cumpleaños pues nadie se libra de hacer un brindis y brindar con cualquier otra cosa que no sea vodka está mal visto. Todo el mundo tiene que brindar y no puedes hacer el desaire de no beber con alguno. Esa tarde me echo al colate 14 chupitos.

Durante el almuerzo bebo agua o coca cola pero imaginaros como debieron acabar quienes entre chupito y chupito bebían cerveza o vino.

Cuando explico la barbaridad que es esto a los ucranianos y me asombro de que haya que beber veinte o treinta veces si son tantos los comensales, mis interlocutores suelen estar teóricamente de acuerdo pero afirman que no hay escapatoria salvo prohibición médica. Es la hospitalidad, la camaradería nacional.

Un empresario español me cuenta que el sustituye el vodka por agua pero no sé como se las arregla para hacerlo.

Existen varias versiones sobre la aparición del vodka por estos lares.

Según una de ellas, el prototipo del aqua vitae, que entonces se obtenía de la destilación de jugo de uvas fermentado, lo trajeron los comerciantes genoveses en sus viajes de negocios. En un comienzo, esa bebida fue utilizada en forma exclusiva como medicina universal.

En el siglo XV, en los monasterios comenzaron a producir vodka, pero ya a partir de alcohol obtenido de cereales, más abundante por aquí siempre. Para comienzos del siglo XVI "el vino caliente", ya no entraba a Rusia sino que salía de su territorio. Esta fue la primera experiencia de exportación del vodka ruso, una actividad que posteriormente, estaría destinada a conquistar el mundo. A mediados del siglo XVIII la producción de vodka en Rusia además de las fábricas estatales estuvo también a cargo de los nobles. Fue entonces cuando la emperatriz Yekaterina II ordenó que la destilación de vodka fuese uno de sus privilegios. La calidad del vodka destilado en condiciones domésticas, en general alcanzó alturas nunca vistas.

La aparición del conocido vodka Moskovskaya Osobaya está relacionada con un célebre químico. El científico buscó la relación de proporción ideal entre el alcohol y el agua durante año y medio. El resultado de esas investigaciones las reveló en la disertación de doctorado "Conjeturas sobre la unión del alcohol con el agua". Estas conclusiones fueron posteriormente utilizadas en la alcoholimetría y en la producción de vodka. En 1894-1896 en Rusia se estableció un patrón estatal al vodka.

No me gustaba el vodka y mi educación tampoco me consiguió un paladar gastronómico de somellier de manera que soy incapaz de distinguir un vodka de otro o apreciar calidades pero he leído que, en lo que a mi me parece idéntico brebaje, hay matices, aromas y sutilezas. Actualmente en el mercado ruso existen una enorme cantidad de marcas de vodka (no menos de 3.000). Hay vodkas como Stolichnaya que “se enriquecen con oxígeno y una poca cantidad de jarabe de azúcar”. No sé qué narices quiere decir “eso” pero me cuentan que gracias a “eso” la bebida adquiere la apariencia denominada “textura de terciopelo”.

El vodka que me recomendaba un sindicalista ruso es Russkiy Standard, un vodka más moderno. Se corresponde totalmente con el estándar de calidad establecido por la comisión del zar presidida por ese celebre químico, Mendeleev, en 1894 y se fabrica con alcohol de una pureza muy elevada.

En la elaboración de otros se utiliza leche deshidratada y descremada. Parece que esto le proporciona a la bebida suavidad y aroma de vodka genuino. Hay vodkas aromatizados. Por ejemplo, con brotes de abedul. Goluboi Topaz - es un vodka con, horror, sabor de anís, complementado además con aroma de aceite de menta y jarabe de azúcar, que le da blandura. Hay alguno que lleva ácido ascórbico. La idea de añadir vitaminas a las bebidas alcohólicas surgió después de la II Guerra Mundial, pero solo se ha puesto en marcha recientemente cuando además han aparecido marcas nuevas de presentación moderna y original, incluyendo el vodka Pútinka (por el apellido del presidente ruso). El no va más deben ser algunos como el Sibirskaya, 45º, Yubileinaya, 45º, Krepkaya, 56º, o Ojotnichaya, 56º, que tienen una concentración del alcohol superior a los 40 grados estándar.

Yo aquí bebo, muy de cuando en cuando, Nemiroff. Lo hay también en muy diversas modalidades. El más cursi lleva miel y chile. Hay otro que solo lleva chile, un pimientito rojo dentro de la botella. Como el gusano en el tequila. Y realmente pica.

Son los que más me gusta regalar porque parecen lo más exóticos.

El otro día leí que en Crimea se había abierto una clínica de “vinoterapia”. Aunque yo creo que el spa con cócteles ya lo conocen nuestros ricos desde hace mucho tiempo. La “vinoterapia” está recomendada para aliviar el stress, problemas del corazón y, sorprendámonos, la impotencia. Lo que es yo, para qué engañarnos, soy bastante menos bueno con alguna copa de más.

Solo les faltaba a algunos beber por prescripción médica.

En la oración fúnebre de Zweig a Joseph Roth, tras afirmar que al provenir de un pequeño lugar de la antigua frontera austro-rusa, Roth era tan judío y austriaco como ruso, "un hombre de la raza de los Karamazov, un hombre de grandes pasiones, un hombre que en todo perseguía el máximo; un ardoroso sentimiento ruso le llenaba, una piedad profunda, aunque fatídicamente también el instinto ruso de autodestrucción", explica, comprende o justifica su muerte por alcoholismo precisamente por su condición rusa: "Pero al escuchar la palabra bebedor no piensen, por ejemplo, en un bebedor alegre y amigo del parloteo, sentado en medio de un círculo de camaradas, que se enciende y los enciende para cantar a la alegría y el sentimiento gozoso de la vida. No, la bebida de Joseph Roth era una bebida amarga en busca del olvido; vivía en él el ruso, el hombre de la autocondena, que violentamente se sometió a la esclavitud de su lento y fuerte veneno. ...

Cuando sobrevino la catástrofe, se hizo cada vez más apremiante la necesidad de aturdirse contra lo inmutable y olvidar violentamente el propio horror frente a nuestro mundo brutalizado. Para ello necesitaba cada vez más los aguardientes dorados y oscuros, cada vez más fuertes y cada vez más amargos para lograr la amargura interior. Créanme que era un beber por odio, por ira, impotencia y rebelión, un beber maligno, tenebroso y hostil, que él odiaba personalmente pero del que no podía arrancarse.”

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