viernes, 2 de enero de 2009

Maidan (octubre 2007)

Paseos por la ciudad (3)

Maidan (la plaza de la Independencia) es la plaza central de Kiev. En mi libro soviético se llamaba antes Plaza de la Revolución. Y he de decir que me parece estúpido que hayan cambiado ese nombre. Es una de las consecuencias del estalinismo. Que ahora hablar de revolución se asocia con el “gulag". Hemos perdido también esa batalla ideológica y ahora revolución es lo que cantan los Beatles o el lanzamiento de un nuevo tipo de refresco. Una muchacha de por aquí de 19 años, que ha estado en España de acogida durante los veranos, no sabía lo que era un sindicato ni aunque se lo pronuncié en ruso, que se dice casi igual: “Sindicat”. Por cierto que el sindicato principal, heredero de la central única soviética, diez millones de afiliados, tiene su sede en una esquina de la plaza.

Yo era muy reformista cuando estaba en enseñanza y me ponía de los nervios oír las lamentaciones de tantos funcionarios privilegiados defendiendo sus intereses corporativos y quejándose del alumnado. Cuando fui al área de Internacional me radicalicé. Es lo que tiene percibir los contrastes. Ver la miseria en directo y ver después el cinismo de los cantantes del pensamiento único: los sueldos de los altos ejecutivos, los que recomiendan moderación salarial y doblan el sueldo de su novia como el ya dimitido presidente del Banco Mundial o los que reivindican el despido libre y se blindan con cláusulas millonarias. O …

El caso es que nos hemos quedado sin revolución y ahora hasta Sarkozy decía que nos quería curar de mayo del 68. Que lenin nos pille confesados que los conservadores están crecidos y nosotros les miramos con veneración. Son tan serios. Dicen sus lugares comunes con tanta profesionalidad.

En Maidan donde antes había una estatua de Lenin encabezando la santísima tetralogía: el trabajador, la trabajadora, el campesino y el militar, ahora hay una columna altísima en la que se yergue una joven con una rama en la mano que simboliza el nuevo estado ucraniano independiente. A mi las primeras veces me parecía un ángel.

La verdad, no voy a ocultarlo a estas alturas de mis informes, es que, si tengo que elegir, entre el viejo cuadrado mágico soviético y la santísima trinidad prefiero… elegir otras cosas. Elegirte a ti, por ejemplo.

Y es que ya creo haberos hecho saber que yo, “no creo en el bien, creo en la bondad.”
[1] Enfrente de la estatua de la joven, en la plaza contigua, sí hay un ángel y una bola del mundo donde vienen las distancias a muchas ciudades del mundo. Así sé que estoy a dos mil ochocientos kilómetros de ti.

Yo he tardado un mes en ver la plaza en toda su perspectiva porque los partidarios del primer ministro estuvieron dos meses acampados allí. El Partido de las Regiones, el Socialista y el Comunista. Hace dos años era al revés y los que se manifestaron en la plaza eran los seguidores de la “revolución naranja”. Los manifestantes de mayo venían por 150 Hryvnias al día, unos 22 euros, y hacían turismo político después de las manifestaciones.

En cualquier caso, me da la sensación de que la plaza ahora ha perdido parte de su majestuosidad porque han construido en medio un centro comercial y pierde amplitud. Y además está mucho más sucia que en las fotos de mi libro. Es lo que tiene la democracia que lo llena todo de gente.

Debajo de la plaza, además del metro, está otra parte del centro comercial con tiendas occidentales y lugares de comida rápida: el Globus. Los precios son como en España, si no más caros. Encima hay quiscos donde venden libros, camisetas, muñecas rusas, insignias y condecoraciones, etc.

En una esquina bien visible: un macdonald, el símbolo de la contrarrevolución. Algunos lo llaman la paradoja de estas cosas y otros, más conservadores, la revancha de la historia. (Yo lo llamo mi refugio secreto)..

Cuando llegué a Kiev, había señores que te hacían fotos con un monito en el hombro, un halcón o un búho. Pero el alcalde, a instancia de organizaciones protectoras de animales, lo ha prohibido y ahora te hacen las fotos con ropa de época.

Hay estatuas a ambos lados de la plaza y a una de ellas se suben los paseantes a hacerse fotos.

La otra estatua es de los cuatro hermanos, tres varones y una hembra a los que se considera como los fundadores de la ciudad. Y en medio hay una fuente en la que podías mojarte los pies los días de calor. Otras veces montan un escenario y allí cantó Elton John este verano o celebraron la parada militar del día de la independencia con bandas militares.
[1] Como el tolstoniano Ikonnikov, en la novela, que me recomendó mi exjefe, “Vida y Destino”, de Vasili Grossman (Berdichev, Ucrania, 1905; Moscú, 1964).

ucranianas (septiembre 2007)

Parece ser que después de la segunda guerra mundial, Stalin prohibió a los soviéticos casarse con extranjeros. El embajador piensa que lo hacía para conservar el fondo genético. Una cosa que, vístanla como la vistan, suena a nazismo.

Ahora los mapas turísticos que te dan en los hoteles están llenos de anuncios, no de contactos sino de agencias matrimoniales. Debe ser uno de los negocios más boyantes. Y es que cuando hay calidad, cuando hay valor añadido, “la exportación es más fácil”. Aprende ZP. Cualquier iglesia un sábado de verano se ve ocupada por novias de blanco y limusinas aparatosas, blancas y negras decoradas con guirnaldas, globos y anillos.

Sé que muchos pensáis que en mis apreciaciones sobre la belleza de las rubias estoy dando rienda suelta a mi obsesión y que serán tan guapas como en cualquier otro lado. B. dirá, y se lo dirá a cualquiera con la que intente intimar, que yo no tengo criterio, que me gustan todas y que eso que le estoy diciendo a la susodicha se lo digo a todas. Ni come ni deja comer.

Sin embargo... Sin embargo, el único rumor positivo que escuché cuando anuncié que me venía para acá fue al segurata de la puerta de mi extrabajo afirmando que aquí estaban las mujeres más bellas de Europa. Y, aquí sí que pudo ser la obsesión, fue el único rumor que estuve dispuesto a creer de antemano. Al segurata se le ve un experto en el tema europeo. Cuando fui a Budapest me informo de que allí se rodaba el mejor porno del continente.

Yo creo que las rusas, en general, y las ucranianas, en particular, han sustituido en la mitología masculina española el lugar que antes ocupaban las suecas. Que las de aquí son muy guapas lo comparten hasta las esposas de los diplomáticos que las tildan de lagartas. Pero lagartas guapas. Como las de V, ¿os acordáis?, me habría dejado devorar como un ratoncito. La única excepción sabia que valoro es la de J, diez años, que cuando vio a mi profe de ruso dijo que era un palillo. Y si la miras bien, lo es.

John Steinbeck, en el irónico librito que escribió tras viajar a la URSS en el verano de 1947, decía: “De camino a nuestro hotel observamos, como todo el mundo, que las chicas ucranianas son muy guapas, casi todas rubias y de bonita figura femenina. Tienen estilo, caminan con un paso oscilante y sonríen con facilidad. Aunque no estaban mejor vestidas que las mujeres moscovitas, si parecía que llevaban mejor la ropa.”

Si esto ocurría en pleno estalinismo, imaginároslo ahora. Y recurro a este argumento de autoridad porque como dice T: “como nos gusta una cita, con ese aire, que les es intrínseco, de ‘lo he leído y además no lo digo yo’”. Así que son guapas las rubias y no lo dijo tan solo yo. Todos los diplomáticos, menos el Cónsul, Steinberg, el segurata y yo no podemos confundirnos.

Pero, ¿son lagartas?. El Cónsul dice que le han enseñado un refrán ruso que dice algo así como que “una esposa no es una pared”. Es decir, explico para los cándidos, que no es inamovible, que se la puede empujar y mover de lugar. También me dicen que en algunos pueblos de Andalucía han cambiado la liturgia matrimonial y ahora el celebrante termina las bodas con un “hasta que una rusa os separe. Amen”

Las españolas más veteranas de la embajada cuentan leyendas de terror sobre estos temas. Por ejemplo, la de un jefe de visados, algo mayor que yo pero con flequillo, que se ennovió con una jovencita de diecinueve. (Apunte económico que no sé si viene al tema: un jefe de visados puede cobrar aquí más de 6000 euros y quedarse en 1200 en el laboro nacional). Parece ser que en la fiesta que le dieron de despedida por su vuelta a España hace dos años, la joven iba anunciando a troche y moche su intención de ponerse a trabajar para ayudar a la economía familiar. Y resultó que, al mes, el tal jefe de visados telefoneó compungido para decir que le habían abandonado. Yo siempre me he interrogado sobre la capacidad de autoengaño de los humanos. Estoy seguro de que a este señor le cuentan tal cual la historia y se recochinea. Pero cuando la jovencita le toca a él, no sé que mecanismo se pone en marcha que le nubla las entendederas. O sí. Se trata de una característica muy común en el macho de la especie, que yo particularmente he percibido en grandes dosis en el “homus dirigentens sindicalis”. La vanidad. Con los demás van por el dinero o por el interés pero conmigo…Conmigo es por lo atractivo que soy. Imbécil fatuo. Luego no entienden porque les han abandonado. A ellos. Que han sido tan buenos. Etc.

Aún en estos casos, como escribía el otro día, soy partidario de legalizar el matrimonio. ¿Quién es el gobierno para controlarnos la vanidad? ¿Quién para tutelarnos hasta el punto de no dejarnos equivocarnos hasta el tuétano?

¿Me habré hecho un liberal?

PD. Como podréis suponer, “a mi no me va a pasar”. Conmigo, cuando vengan, lo harán buscando sexo. Soy una leyenda viva.