sábado, 1 de noviembre de 2008

la tv

Desmontemos algunos mitos. No es cierto que todas las contratadas de la Embajada sean modelos, como me avisaba la muchacha de I.. Hay una, Olguita, de ojos lindísimos que habla con una vocecita de niña pequeña, combinación mágica que, cual mi vestuario, puede resultar ridícula o morbosa. Afortunadamente tiene 22 años y L2 ya me ha vacunado contra las Lolitas. Hay otra, que veo apenas, tipo rubia perfecta. Está también la interesante profesora de ruso. Y ya. Todas las demás son normalitas.

Caso aparte, la rubia, aunque española, jefa de seguridad, encima vestida de uniforme de policía.

El caso es que la cosa, la única, ha mejorado muchísimo con mi cambio de domicilio. Me he mudado al centro-centro y el nivel de las rubias ha subido hasta el extremo de poner en peligro mi media ponderada de onanismo y mi aletargada vocación de colibrí.

(Alguien puede pensar que se está nublando la ecuanimidad de mi juicio con la soledad. Puede ser, pero no lo creo.)

El caso es que me he buscado la vida, he abandonado el dorado tutelaje de la embajada y he alquilado un apartamento por días. He pasado de los dorados 210 dólares, joder, cuan rácanos que somos los nuevos ricos, a 70 y me he situado en el mismísimo centro de Kiev, al lado de concurridas calles, manifestantes y tiendas de moda y lujo. He empezado a buscar piso y he visto una maravilla de 90 metros cuadrados a 2000 dólares al mes. Para que luego digan de Madrid. Claro que son precios que le dan a la embajada y a lo mejor buscando por mi cuenta y desempolvando mi ruso encuentro algo ….

Algunos o algunas os preguntareis que hago aquí, aparte de turismo, voyeurismo y estilismo. Yo también.

La verdad es que llevo apenas cinco días de trabajo porque entre el viaje, el fin de semana, el 9 que fue Día de la Victoria, apenas he tenido tiempo para ir poniéndome al día.

Día de la Victoria ¿sobre quién? No me he enterado. Supongo que estos, como todos, ganaron a algunos y perdieron con otros. En esto no sé si hay empates. Mi exjefe sí que sabe de historia y se sabe que aquí, en el mismo granero de Europa, hubo una gran hambruna con Stalin y se cargaron a millones de campesinos. Pero yo solo sé, como Brassens, que “cuando oigo la música militar/ yo me quedo en la cama igual”.




¡Qué triste! Por aquí pasean, aparte de las rubias, viejitos y viejitas con las solapas llenas de insignias y condecoraciones. Orgullosos. Supongo que las insignias, si no las compraron en el mercadillo, se las puso Stalin así que no comprendo su entusiasmo. Supongo que es porque yo no viví la Gran Guerra Patriótica, que es como llaman aquí a la 2ª guerra mundial. Mi exjefe parece que la vive aun porque se la sabe entera con numero de muertos por uno u otro gran caudillo. Le gustaría la tele de aquí llena hoy de ofrendas, desfiles, entrevistas a viejitos y películas bélicas.

Steinbeck comenta a propósito de un óleo de Stalin que encuentra en su “Viaje a Rusia” que “llevaba toda sus condecoraciones, que son muchas. En el cuello la Estrella Dorada, que es la condecoración más alta de los Trabajadores Socialistas Soviéticos. En el pecho, a la izquierda, arriba, el galardón más deseado de todos: la Estrella Dorada al Héroe de la Unión Soviética, que corresponde a nuestra medalla de oro del Congreso. Debajo de ésta, una hilera de medallas de campaña, que indican las acciones en las que ha estado. Y a la derecha del pecho, una serie de estrellas en oro y esmalte rojo. En lugar de cintas como las que llevan nuestras tropas, se acuña una medalla por cada gran combate del ejército soviético: Stalingrado, Moscú, Rostov, etc. y Stalin las lleva todas. Como mariscal de los ejércitos soviéticos, los dirigía todos.”

A mi me alegra que en España ya no tengamos Fiesta de la Victoria, aunque espero que no la hayamos sustituido por esa torpeza del día de la hispanidad sino por el día de la Constitución que es un patriotismo como más democrático, ciudadano, cosmopolita.
Rectifico lo de la tele. Mientras escribía tenía la tele puesta sin sonido, ¿para qué?, echando una ojeada a una especie de “gran hermano” con top models y al ver los títulos de crédito veo que es británico y del 2005. (Otro programa que veo al despertarme, qué casualidad, es “modelos, 90 60 90” y es argentino también de esta década). O sea, que a lo mejor su tele no es tan antigua. Las otras opciones posibles en los 25 canales de mi tele son partidos de fútbol de la liga ucraniana, películas de realismo socialista en blanco y negro, películas de realismo postsocialista en color, películas antiguas de holliwood, (el doblaje es un señor hablando sin entonación por encima de la voz de los actores), noticiarios, telenovelas, teletiendas, y varias versiones de los 40 principales ucranianos que, estos sí, parecen el festival de Benidorm antes de que lo modernizara Zaplana. El otro día vi una competición entre un polaco y un ruso a pulsos de esos de los brazos. Me sentí como viendo la televisión vasca. Ganó Oleh Budarin, el polaco, pero no saquéis conclusiones políticas.

A lo mejor el que se ha quedado en los años 60, y tanto el 68 como el 69 me parecen buenos años, soy yo porque he de confesaros que estoy harto de días de la victoria y que, aunque rompa el tono frívolo de estas mis epístolas, la única victoria que me merecería una fiesta sería la victoria sobre la pobreza, sobre la injusticia, sobre nuestros miedos. ¡Qué antiguo me pongo en este país!


La de la foto es la Lolita de ojos claros.

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