sábado, 1 de noviembre de 2008

la llegada (mayo 2007)

Vamos a ver, las cosas no son tan graves como las pintaba B. o la muchacha ucraniana de I. ni tan estupendas como me las planteaba yo.

Aunque el yak ése que se estrelló con Álvarez Cascos era ucraniano, yo no me acordaba y viajé tranquilo en mi inconsciencia. El vuelo, de las líneas regulares, llegó a su hora el día señalado. Y los pasajeros ucranianos, con ingenuidad o, ellos también, con inconsciencia, aplaudieron cuando el piloto tomó tierra. Para mí que aplaudieron demasiado pronto, y lo seguirán haciendo en todos mis viajes posteriores, cuando el avión toma contacto con la pista pero aún no ha frenado del todo. Pero, ¿quién soy yo para empezar a juzgarles ya?

Poco tiempo después leería en Steinbeck, “Viaje a Rusia”, una serie de reflexiones que hice mías sin vacilar. Solamente hay que cambiar URSS por Ucrania:

“En el momento que se supo que íbamos a la Unión Soviética fuimos bombardeados de consejos, reprobaciones y advertencias, todo sea dicho, por parte de personas que nunca habían estado allí."

O "Tras escuchar toda esta información llegamos a la conclusión de que el mundo de Sir John Mandeville en absoluto había desaparecido, que seguía habiendo hombres de dos cabezas y serpientes voladoras. Y efectivamente, mientras estuvimos fuera aparecieron los platillos volantes, lo que no ayuda a invalidar nuestra teoría. Y ahora nos parece que la tendencia más peligrosa en el mundo es el deseo de creer un rumor más que el de precisar cualquier dato.

Fuimos a la Unión Soviética con el mejor equipamiento de rumores que se ha reunido jamás en un lugar."

Y como ellos yo también decidí que "no debíamos ir con resentimientos y debíamos intentar no ser ni críticos ni favorables. Intentaríamos hace un relato honesto, escribir lo que viéramos y oyéramos sin opinar, sin sacar conclusiones sobre cosas acerca de las que no sabíamos lo suficiente, y sin enfadarnos por los retrasos de la burocracia. Sabíamos que habría muchas cosas que no entenderíamos, muchas cosas que no nos gustarían, muchas cosas que nos harían sentir incómodos. Esto siempre sucede en los países extranjeros. Y decidimos que si había crítica sobre alguna cosa serían después de verla, nunca antes.”



El canciller me había buscado un hotel cerca de la Embajada. No era gran cosa y es caro pero ya me estoy buscando un apartamento a 80 dólares el día con el que espero sobrevivir hasta encontrar la casa de mis sueños.

No hay mafias rondando por acá ni nada que se le parezca. Digo: visibles grupos de matones o similares. Habrá mafias pero están a sus peleas y nos dejan en paz. Es una ciudad bastante tranquila y segura, hasta el punto que el cónsul afirma que una muchacha puede hacer dedo a las tres de la madrugada y, lo siento A. y L2., volver intactas. Yo he entrado a cenar en un tugurio con carta solo en ucraniano y he sobrevivido: cerveza, (piba o algo así), bolas de queso mozarella, ensalada griega y filete de pollo. Después vodka 100 ml. Total con suficientes propinas por el esfuerzo de entenderme (hablan menos ingles que L3.) 15 euros. Ha sido de los mejores días comiendo porque otros que he ido invitado a restaurantes típicos (de Georgia o de aquí) la comida ha resultado muy fuerte: parece hecha para acompañar el vodka.

He cogido el metro, similar estructura al de Moscú pero mas feo, y sigo sin necesitar coche. Voy a aprender ruso y espero tardar menos que con el inglés.

Ayer hacía 17 grados aunque la sensación de frío puede ser mayor por el aire, el río o yo que sé. Paseé en Barco. La ciudad es bonita aunque hartará a los 6 meses pero imagino que para entonces el pastón que espero tener me haga olvidar el aburrimiento y el frío. Del 15 de diciembre al 15 de enero pienso tomarme vacaciones. Y así pasar menos frío.

He visitada Santa Sofía, donde hay esos cuadros bizantinos tan bonitos que visteis en los libros de arte los que no hicisteis la Logse y he rezado por la princesita.

Las rubias muy delgaditas, con tacones y muy arregladas pero acostumbrado a la española, esa que cuando besa lo hace de verdad, tampoco son tanta cosa. Espero equivocarme.

No creo que haya mucho tráfico ilegal con los visados. El cónsul es bastante rígido y no lo permitiría.

Me he puesto el traje ya los dos días de curre y aunque la corbata me sienta estupenda será por ahí por donde acabe cagándola. Eso de la combinación de colores nunca ha sido mi fuerte. Y me quito la chaqueta en el despacho ¿se puede?. (MA dice que no) El que va hecho un primor es el cónsul: pura elegancia.

Voy a ver si puedo, si sé, colocar una foto mía con mi uniforme de sport. Dudo sobre la combinación de naranja y rojo. Pero es que convertirse en un pincel lleva tiempo ... y dinero. Y otra, arriba, de servidor en traje de trabajo. Para que, a pesar de los pesares, vislumbréis el cambio de un elefante en la cacharrería ucraniana
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