sábado, 27 de diciembre de 2008

la corrupción (agosto 2007)

Se quejan, pero yo ni lo he visto ni lo he padecido, que aquí abunda lo que se conoce como la “mordida mexicana”, una especie de propina forzosa y corrupta. Si es así, los salarios bajos explicarían este tipo de corrupción que, quizás por considerarse inevitable, aparenta ser consentida o aceptada. La gente parece pensar que de alguna manera hay que completar la mierda de salarios que tienen. Y así con cien hryvnas, apenas quince euros, calman al policía de tráfico, saltan una cola, agilizan un expediente. El salario medio no da para llegar a fin de mes y por eso mucha gente se ha acostumbrado a que le pidan una propina para solucionar sus problemas con la Administración, la escuela, el médico... A modo de complemento salarial.

En el “socialismo real” también existía. Teóricamente la sanidad era gratuita pero si querías que te atendieran antes o mejor, pues ya sabías. Y así en otras cosas. Un año después leería en la novela póstuma de Vasili Grossman,"Todo fluye", una dura descripción del paraíso socialista:


“En el trabajo Iván Grigorievich había oído decir que el tribunal municipal aceptaban sobornos; que la escuela de la biotécnica se podían comprar buenas cualificaciones para los jóvenes que se presentaban a los concursos; el director de una fábrica, a cambio de dinero, abastecía de un metal que escaseaba a un artel que producía artículos de amplio consumo; que el administrador de un molino se había construido con dinero robado una casa de dos plantas con los suelos de parqué de roble; que el jefe de policía había puesto en libertad a un conocido joyero, un gran hombre de negocios, tras aceptar un suculento soborno de 600.000 rublos pagados por su familia; incluso el rey y señor de la ciudad-el primer secretario del Comité del partido-podía, previo pago, ordenara el presidente del soviet municipal que asignara a alguien un apartamento en un edificio nuevo situado en la calle principal.”
Sobre la embajada, o mejor sobre sus alrededores, también corren rumores de corruptelas: que si hay que pagar para conseguir cita, que si hay que pagar para que te den visado… Alrededor del consulado hay variados buitres haciendo negocio de la necesidad ajena y cobrando por guardar puesto en la cola, por traducir documentos, por hacer gestiones. Ponen su tenderete delante de la embajada y a cobrar.

Luego está la gran corrupción, la de los exdirigentes del politburó y los nuevos ricos, los administradores de las empresa públicas que se quedaron con ellas gracias al apaño de un amigo. Una corrupción de 1ª división que se juega también en el terreno político, representados cada uno de los grandes grupos de interés en un partido. Parece ser que, además, uno puede comprar un puesto en las listas electorales. Así consiguen inmunidad y luego no dependen de la disciplina de partido.

Incluso después, una vez constituido el Parlamento, la Rada, se puede comprar diputados de otros partidos. En “Kyiv weekly” afirman que por 5 millones de dólares te puedes llevar un diputado al salón. Con lo mal que pegan con los visillos.

El lío político de estos días, con la gente cambiándose de grupo parlamentario, tiene bastante que ver con estos escaños comprados. El Presidente ha disuelto la Cámara antes de quedarse sin grupo parlamentario.

Tamayo, Sáez y Compañía a gran escala. Porque quién esté libre de culpa que tire la primera piedra. Aquí nos escandalizamos y vigilamos que nadie cobre en visados o por seleccionar trabajadores para las tareas temporeras pero no creo que tengamos mucho de que enorgullecernos.

Un conocido español me contaba hace poco como operaban ellos en Madrid. Tenían que cerrar un negocio de miles de kilos para ampliar algo e invitaron a todo el Consorcio responsable del tema a gastos pagados a Brasil. Dice el conocido, como si él no fuera un corruptor, que allá en Copacabana, cada cual se ponía su precio y así alguno honrado volvía con los almuerzos pagados, otros con un rolex y alguno con un coche. No sabía yo que cuando te ponían la pulserita en los hoteles esos de todo incluido además de ponerme ciego a bebidas y comidas podía comprarme un yate. Y qué decir de las elecciones municipales donde parece que hay una competición sobre quien ha robado más o menos. O de los amigos de Aznar, que parecen del politburo soviético, enriquecidos gracias a que se les puso al frente de las compañías privatizadas. Igualito que aquí.

¿Es menos grave este tipo de corrupción? Yo tiendo a pensar que es lo mismo. Seguramente ocurre que cada uno está ya acostumbrada a la suya. Y así, la nuestra nos parece como más moderna.

Viendo estas cosas aquí me pregunto donde quedó el hombre nuevo. Íbamos a construir algo distinto y producimos una desmoralización de la sociedad que hoy se expresa con las peores lacras políticas: religión, nacionalismo, corrupción. La corrupción en el capitalismo la dábamos por descontada. Pero los nuestros…

¿Quiénes son los míos? No sé porqué, hay derrotas que las siento mías. Las de los republicanos en la guerra civil, la de Allende en el 73, la de los sandinistas en 1990, antes de que acabaran ellos también comidos por la corrupción. En general, las de todos aquellos que soñaron con bajar el paraíso a la tierra.

Quizás, como Guedeli, el personaje judío de Isaac Babel, yo también me siento el fundador de una imposible Internacional:

“Pero también el polaco pegaba tiros, mi dulce pan, porque era la contrarrevolución; y ahora vosotros disparáis porque sois la revolución. En cambio la revolución es bonanza. Y a la bonanza no le gusta que haya huérfanos en la casa. Las buenas obras las hace la buena gente. Los hombres buenos no matan. De modo que la revolución la hacen gente mala. Pero los polacos son también mala gente. ¿Quien le dirá entonces a Guedali donde está la revolución y donde la contrarrevolución? …Pues bien, todos nosotros, personas sabias, caemos postrados al suelo y exclamamos a una sola voz: ¡Desdichados de nosotros! ¿Dónde está esa dulce revolución?”

“Pan camarada -prosiguió levantándose, y el sombrero de copa, como una torreta negra, se balanceó sobre su cabeza-, traigan a Zhitómir un puñado de buena gente. ¡Ay, qué escasos andamos de ella en nuestra ciudad! Traigan buena gente y les daremos todos los gramófonos. No somos unos ignorantes. La Internacional... Sabemos que es eso de la Internacional. Y yo quiero una Internacional de buenas personas, quiero que se haga recuento de todas las almas y que a cada una de ellas le den una ración de primera. Ahí tienes, alma de Dios, come, por favor, toma de la vida tu bonanza. La Internacional, pan camarada, eso es algo que no sabéis con qué se come.”
[1]
[1] Isaac Babel, judío, nacido en estas tierras, en Odessa, fue fusilado por Stalin en el 39. La cita es de “Caballería Roja”.

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