viernes, 30 de enero de 2009

El gas y la mafia (enero 2009)

Leo casi divertido las noticias contradictorias sobre el conflicto del gas: que si te lo corto; que si ya hay acuerdo; que si añado mis reservas; que si así, no; que bueno, que adelante; ay, que ahora hay un problema técnico; etc. Si una chica me mete en una estrategia de negociación tan cansina abandono enseguida.

Pese a todo este lío estuve tranquilo: contra todo pronóstico y las noticias de la prensa tenía gas y, de creer a mis vecinos, no hay peligro de que me quede sin él porque en este barrio viven varios ministros y diputados. Porque ya mencioné en otra ocasión que aquí el gas es colectivo, debe ser lo único colectivo que les queda, y se enciende y apaga para todo el barrio, y casi para toda la ciudad, con idéntica temperatura.

El 20 de enero aparecieron Putin y Tymoshenko anunciando el enésimo acuerdo. El 22 la portada del Ukrainian Journal, una newsletter diaria en inglés, lleva estos titulares en portada: “Ucrania envuelta en otra controversia sobre el gas”, “La Primera Ministra cuestiona el poder del Consejo de Seguridad, controlado por el Presidente, para cambiar el acuerdo del gas ruso”, “Los servicios de inteligencia checos, que presiden la Unión Europea, creen que se repetirá pronto la disputa del gas entre Ucrania y Rusia” y “Automóvil de un juez ucraniano encontrado cerca de Kiev con un cuerpo quemado dentro”.

Si esto fuera una novela policíaca, el cadáver quemado sería la explicación de tanta pelea doméstica por el gas. Como es un diario me limitaré a suponer que una de las claves de todo el jaleo, que una Europa desunida, con espías checos o sin ellos, tiene que aguantar, debe estar en la mafia del gas. Últimamente, la mafia está de moda de nuevo pero me dicen que ahora, gracias a “Gomorra”, película y libro, la moda está lejos de esa concepción romántica que fomentaban películas como “El Padrino” o series como “Los Soprano”, y aparece vestida con sus verdaderos atuendos de salvajismo, matonismo y criminalidad. El año pasado Cronenberg retrató la mafia rusa en “Promesas del este”, peli que recomiendo.

Aquí, en cuanto te pones unas gafas de sol te dicen que eres de la mafia, como bromeando, y hay una verdadera moda de cristales tintados en los coches y todos los que son, y todos los que quieren aparentar algo, tienen visibles guardaespaldas.

Hace unos días una empresa española finalizó su relación contractual con un proveedor ucraniano y la sustituyó por otro. El nuevo ha recibido la visita del anterior y le ha advertido de que le vigilará y denunciará a la primera de cambio. Forastero, este era mi territorio y has cometido un error metiéndote en él aunque ofrezcas mejor precio y servicio. Y es que a veces se le ven mucho las manos invisibles, y hasta los puños, al mercado ese.

Otro día intentaré acercarme al papel de las mafias en la construcción del capitalismo del salvaje Este, ahora voy a intentar explicar los mecanismos que utilizan en el gas tanto los rusos como los de aquí, que convierten esto en un negocio para ambos bandos por lo que no les conviene, creo, que la sangre llegue al río. Misha Glenny ya relataba, en el libro que me recomendó J.G., “Mac Mafia; el crimen sin fronteras”, como funcionaba el mecanismo. Si vendes una cosa en un sitio a precio de favor, por debajo del precio de mercado, nada impide al comprador listillo de turno, bien colocado, revenderlo a precios de mercado en otros sitios. Glenny lo explica con el ejemplo del llamado escándalo del combustible para calefacción

Parece ser que los proveedores ucranianos y rumanos de gasóleo para calefacción destinado a Hungría, Eslovaquia y la República Checa estaban exentos del pago de impuestos sobre su producto, por lo que era considerablemente más económico que el combustible para vehículos motorizados. Pero una vez que la mercancía cruzaba la frontera, las bandas aplicaban un tratamiento químico sencillo al combustible que lo hacía apto para el consumo de los vehículos. Luego se vendía a gasolineras, pero los gángsters se quedaban con el porcentaje correspondiente a impuestos.

En el caso del gas ni siquiera hace falta el tratamiento químico: con desviar parte de lo que llega a Ucrania a precio “político” al mercado mundial, alguien se forra. Según Global Witness en su informe en inglés: “Es gas. Divertidos negocios en el comercio de gas entre Ucrania y Turkmenistan” que fue elaborado a mediados de 2006 con ocasión del anterior conflicto del gas entre Rusia y Ucrania y que se encuentra en
http://www.globalwitness.org/media_library_detail.php/479/en/its_a_gas._funny_business_in_the_turkmen_ukraine_g los que se forran son, como siempre, los intermediarios, necesarios o no. Así en el año 2002 se formó una compañía en un pueblecito perdido de Hungría, Eural Trans Gas, para acogerse a las ventajas que se ofrecían a las nuevas sociedades, por ejemplo, una exención casi total del pago de impuestos. Los conglomerados del gas natural ruso y ucraniano (Gazprom y Naftohaz Ukrainy) forman esa empresa pero sus accionistas nominales son una actriz en paro, una enfermera y su novio informático. El cuarto accionista, sin embargo, es el abogado israelí de un capo mafioso ruso. Esta empresa, en lugar de pagar un 18% en impuestos, sólo tendría que cotizar un 3% hasta el 2005. Un ahorro fiscal legal, ciertamente. Pero entonces se pregunta Global Witness ¿por qué Gazprom y Naftohaz Ukrainy negaban de plano ser propietarios de la empresa? ¿Por qué subcontratar una tarea que ellas mismas podrían haber hecho sin problemas? ¿Y por qué regalaban los frutos de estos ingresos a una minúscula empresa de un pueblecito húngaro, en lugar de disponer de ellos y brindárselos a sus accionistas? Este tinglado empresarial es continuado ahora por RosUkrEnergo, una empresa registrada en Suiza y cuyos accionistas son Gazprom y dos oligarcas ucranianos, que, según el propio Glenny, “no lleva a cabo ninguna actividad real, salvo comprar el gas a Gazprom en la frontera rusa y venderlo a la ucraniana Naftohaz. De esa operación obtiene una comisión importante”. Parece ser que la comisión es “en especie", pues obtienen un 20% del gas que venden y que, a su vez, ellos revenden al mundo, ahora ya sin precios de favor.
Uno de los acuerdos de Putin y Tymoshenko ha sido acabar el contrato con esta empresa.
Sin embargo, "un tinglado así sólo puede funcionar si cuenta con el apoyo total de los directivos ucranianos y rusos del gas. Además necesita la protección de los estados rusos y ucranianos. Resulta difícil constatar si se trata de un caso de corrupción a gran escala o de pura delincuencia, o del límite entre una cosa y la otra. Lo que demuestra más allá de toda duda, sin embargo, es que cuando una banda mafiosa convence a un estado poderoso para que consienta sus actividades o coopere con ellas, ha descubierto la palabra mágica que abre la entrada de la cueva de Aladino. Pues ningún mafioso prospera tanto como el que disfruta del apoyo estatal.”

Quizás esa participación de políticos y funcionarios a gran escala, esa complicidad del Estado, sea lo que la diferencia de la corrupción en España porque ¿no se hablaba estos días en España de un fraude de quienes recibían subvenciones para placas solares en la misma CC.AA. donde se produjo el fraude del lino? Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

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